viernes, 29 de enero de 2010

[LiteratuRa&SuiciDio]

“Nada poseemos en el mundo, salvo el poder de decir YO.
No hay en absoluto ningún otro acto libre que nos esté permitido,
salvo el de la destrucción del YO”.
(Simone Weil)



Empeñada en ver las razones que empujan a una persona a irse voluntariamente de este mundo, me sumerjo en la literatura de ilustres suicidas que dejaron en sus escritos las notas de una muerte anunciada.
Y es así como me encuentro con Flora Alejandra Pizarnik,
la poeta surrealista que escribía con fascinación sobre la muerte:
"Se gritar hasta el alba cuando la muerte se posa desnuda en mi sombra"
Alejandra "subordinó totalmente su vida a esas noches en que escribir es una tarea alucinada", "experimentando los paraísos artificiales" de Baudelaire para "explorar zonas fronterizas de conciencia".
El 25 de septiembre de 1972 a los 36 años de edad,
una sobredosis de seconal le permitió por fin unirse al objeto de su gran amor:
"En mis poemas la muerte era mi amante y mi amante era la muerte".






El 14 de septiembre de 2008,
se nos iba David Foster Wallace, autor de “La broma infinita”.
El novelista más lúcido de la América del siglo XXI.
El gran narrador de la soledad, el dolor y las contradicciones del mundo contemporáneo.
Moría ahorcado el escritor que trató en sus novelas temas
como la adicción, la depresión y el suicidio.
Durante 20 años intentó combatir la depresión con medicamentos y terapias alternativas. Según palabras de su padre:
"Probó de todo. Simplemente no pudo resistirlo más".





Virginia Woolf,
Silvia Plath,
Isabelle Eberhardt,
Ernest Hemingway,
Alfonsina Storni…
No esperaba encontrar en el mundo de la literatura tantos y tantas suicidas.
Seguramente todos ellos fueron personas dotadas de una sensibilidad
tan extraordinaria como frágil.
Pasear por la oscuridad de sus emociones escritas es tan extenuante como enriquecedor.
En mi caso, bordear los límites de la muerte a través de sus letras
me aferra con fuerza a la vida.
Creo que hay que sentirse muy vivo para mirar de cara a la muerte.
La figura del suicida, ancestralmente condenada,
esconde grandes realidades que a la sociedad le molesta analizar.
El suicidio siempre fué considerado un acto cobarde, un tema tabú,
una aberración contra la vida.
"¿ Cómo juzgar,
en un mundo dónde se intenta sobrevivir a cualquier precio,
a aquellas personas que deciden morir?

Nadie puede juzgar.
Sólo uno sabe la dimensión de su propio sufrimiento,
o de la ausencia total de sentido de su vida."
( Verónica decide morir- Pablo coehlo)

Y para terminar utilizare una frase de Benedetti, amante confeso de la vida, que en su comprensión infinita, fue capaz de entender el deseo de morir:
“Cada suicida sabe dónde le aprieta la incertidumbre”

( http://www.youtube.com/watch?v=WZ1hVTWOxv8

Más de cien mentiras, Joaquín sabina)


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